jueves, 28 de febrero de 2013

EL CASO PENEADICTO XVI

Ah, la famosa ley del embudo! Cuando me conviene bien y cuando no lloro y me voy lanza en ristre. Algunos católicos conocen muy bien esa ley y la aplican sagradamente en cada aspecto de sus vidas. Hoy quiero contarles de un caso reciente y que describe a la perfección la aplicación de esta regla.
Uno de los motivos más fuertes por los que apoyo cosas como el matrimonio igualitario, la eutanasia o el aborto es la libertad de expresión. Esta también es aplicable a otras instancias. Todos debemos ser libres de decir lo que nos venga en gana sobre lo que nos venga en gana. Ya lo decia Kant en su respuesta a qué es la ilustración: darle libertad a la gente para que se exprese es de las cosas más importantes que hay. Por eso, y asi no esté de acuerdo, personas como monseñor procurador deben tener garantizado su derecho a decir cuanta pendejada se les ocurra (pero no a legislar con base a esas pendejadas, ¿Recuerdan el estado laico?), y yo como un X cualquiera debo tener garantizado el derecho a criticarlos, burlarme y dar mis propios puntos de vista. Decir que lo que dice un homofóbico, xenofóbico o creyente fanático es una estupidez no es decirle estúpido, y mucho menos censurarlo. Él, al expresar esas ideas, es simplemente el instanciador de las mismas, más no la idea misma, suceptible de ataque, burla y ridículo. Y aún el insulto directo es libre de ser expresado.
Esos creyentes que son hábiles en el manejo de la ley del embudo lo saben. Por eso no encuentran reparo en hacer protestas contra los gays con pancartas con lemas como "god hates fags". Insultar, por ejemplo, a los homosexuales diciéndoles que son una aberración y que no deberían ser sujetos de derechos, o no deberían siquiera existir, es un ejercicio de libre expresión; uno que encuentro sumamente estúpido e incorrecto, pero no por ello ha de ser censurado. 
En casos como el anterior, esos creyentes se rasgan las vestiduras defendiendo el derecho a la libre expresión. Pero cuando la cosa es con ellos, cuando la burla y el ridículo es hacia algo que ellos representan entonces la libertad de expresión se va al carajo. Eso es lo que está ocurriendo con la página de facebook "peneadicto XVI". ACI prensa está llevando a cabo acciones legales contra uno de sus supuestos administradores, Carlos Alberto Becerra, simplemente por ofender sus creencias.
Resulta que, en este caso, burlarse y ridiculizar una creencia es incitar al odio y provocar actos de agresión. Pero cuando son ellos los que ofenden y ridiculizan es un ejercicio de la libre expresión. Asi es, cuando uno cree que ha visto el máximo nivel de hipocresía posible, llegan estos creyentes a poner la vara un poco más alto.
Por eso desde este blog apoyamos y defendemos a la página peneadicto XVI, a sus administradores y a sus miembros. Porque cuando se está defendiendo algo es en su totalidad, no solo cuando me sirve a mi, y cuando no me sirve no lo defiendo. Eso demuestra la hipocresía de estos señores, y que sus "defensas" de la libertad de expresión no son más que máscaras para defender sus privilegios religiosos y hacerse los pendejos cuando se les cuestiona.
Más información en De avanzada y en El pequeño gran imperio.

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