
Él la miro; ella se percato.
Solo fue necesario un cruce de miradas para que la atracción fuera mutua.
El silencio de la noche fue el cómplice perfecto para este encuentro.
Se acercaron. Se miraron fijamente y se refugiaron en un salón oscuro alejado del bullicio de la fiesta.
Se pararon uno en frente del otro y unieron sus cabezas mirándose a los ojos.
Ambos levantaron la mano derecha y la posaron en la mejilla del otro.
Él acaricio suavemente la cara de ella deslizándose por su largo pelo hasta llegar a su elegante cuello mientras con la otra mano la abrazaba y la acercaba hacia su pecho para sentir su calor.
Ella, mientras tanto, cerraba sus ojos como si estuviera viviendo un sueño.
Cuando él se disponía a decir la primera palabra que cruzaría con esta enigmática mujer, ella rápidamente poso sus dedos sobre los labios del joven impidiéndole abrirlos; lo miro con sus hermosos y grandes ojos y le dio el beso mas cálido y dulce que este había recibido en la vida.
Así estuvieron por un largo espacio de tiempo aunque a ellos les pareció que habían transcurrido solo unos segundos.
Al aparecer los primeros rayos del sol, ella se aferro fuertemente a él. Él, sin comprender lo que sucedía correspondió a este gesto con un abrazo. Puso su mano en la barbilla de ella y levanto su rostro.
Al sentir la mano de su amado, ella no pudo aguantar el llanto, lo miro con sus ojos bañados por las lágrimas, le dio un ultimo beso y salio por la puerta desapareciendo en el horizonte.
Él quedo solo en aquel rincón viendo como esa mujer a la que nunca había visto y con la que nunca había hablado desaparecía a lo lejos y fue en ese momento cuando una tierna lágrima rodó por su mejilla y fue a perderse, al igual que aquella mujer, en los confines del espacio.
Solo fue necesario un cruce de miradas para que la atracción fuera mutua.
El silencio de la noche fue el cómplice perfecto para este encuentro.
Se acercaron. Se miraron fijamente y se refugiaron en un salón oscuro alejado del bullicio de la fiesta.
Se pararon uno en frente del otro y unieron sus cabezas mirándose a los ojos.
Ambos levantaron la mano derecha y la posaron en la mejilla del otro.
Él acaricio suavemente la cara de ella deslizándose por su largo pelo hasta llegar a su elegante cuello mientras con la otra mano la abrazaba y la acercaba hacia su pecho para sentir su calor.
Ella, mientras tanto, cerraba sus ojos como si estuviera viviendo un sueño.
Cuando él se disponía a decir la primera palabra que cruzaría con esta enigmática mujer, ella rápidamente poso sus dedos sobre los labios del joven impidiéndole abrirlos; lo miro con sus hermosos y grandes ojos y le dio el beso mas cálido y dulce que este había recibido en la vida.
Así estuvieron por un largo espacio de tiempo aunque a ellos les pareció que habían transcurrido solo unos segundos.
Al aparecer los primeros rayos del sol, ella se aferro fuertemente a él. Él, sin comprender lo que sucedía correspondió a este gesto con un abrazo. Puso su mano en la barbilla de ella y levanto su rostro.
Al sentir la mano de su amado, ella no pudo aguantar el llanto, lo miro con sus ojos bañados por las lágrimas, le dio un ultimo beso y salio por la puerta desapareciendo en el horizonte.
Él quedo solo en aquel rincón viendo como esa mujer a la que nunca había visto y con la que nunca había hablado desaparecía a lo lejos y fue en ese momento cuando una tierna lágrima rodó por su mejilla y fue a perderse, al igual que aquella mujer, en los confines del espacio.