
(No, no tiene nada que ver con la "Critica de la Razón Pura")
Hace unos días me encontraba con unos amigos tomando en la casa de uno de ellos. Estábamos oyendo música y pusieron la canción "la conciencia" del señor Gilberto Santarosa. Con algo de alcohol en la cabeza y poniéndole cuidado a la letra por primera vez, dije que ese man era un idiota por no hacerle caso a la razón.
Aunque no me retracte de lo dicho, sí debo hacer una salvedad. Considero que la embarre al emitir dicho juicio por dos razones:
- Yo también me he encontrado en esa dicotomía amor/razón y en esos momentos no me ha parecido tan idiota el asunto.
- El señor no le hace caso es a la conciencia, no a la razón; aunque la conciencia lo insta a usar la razón.
Sin embargo, creo que he encontrado una argumentación válida para mostrar que se le debe hacer caso a la razón y no al amor. Pero primero que todo trataré de dar a entender los conceptos que serán usados.
Uso el término razón porque no sé en que sentido el señor Santarosa entiende el término conciencia, pero hace una distinción de ésta con la razón. Por tanto, conciencia y razón son cosas distintas para él. Me inclino por el uso de razón porque, aunque tampoco sé a ciencia cierta que es, puedo realizar un esbozo de lo que creo que es.
Entiendo razón como el uso de las facultades mentales del hombre para crear ideas , discernir acerca de las mismas y entender el mundo que lo rodea. Es decir, la razón es el medio por el cual el hombre entiende el mundo (o lo poco que pueda entender de éste) que lo rodea y, para nuestro caso particular, es el medio que tiene el hombre para debatir sus ideas, sentimientos, afecciones, etc. y así, escoger una que considere adecuada gracias a su razonamiento. Cabe aclarar que la razón es exclusiva del hombre (como especie, claro está. No soy machista) y, por tanto, lo distingue de los animales. Éstos últimos son pasionales y se dejan llevar por sus deseos.
En cuanto al amor es algo mas difícil puesto que no tengo la menor idea de lo que es; y me atrevería a decir que nadie sabe lo que esa cosa es. Sin embargo, lo consideraré como una afección que produce una persona en otra. Dicha afección tiene ciertas repercusiones en la persona que la recibe causando en ella sentimientos, sensaciones, comportamientos, etc. que le inducen cierto grado de atracción hacia la persona que causó tal afección. Parece una definición muy vaga, pero la concepción generalizada de la gente con respecto al amor es igual o incluso mucho mas vaga que la mía; así que me quedare con la mía.
Ahora, al ser el amor una afección, es suceptible de ser confundido con otras afecciones; por ejemplo, puede ser confundido con pasión, deseo, obsesión, capricho, o cualquier otra cosa que nos haga sentir interés en otra persona. En efecto, podemos admirar a una persona por sus capacidades físicas, mentales, artísticas, etc. apasionándonos por sus habilidades y llegando a sentir un cierto tipo de atracción que puede ser confundido con amor. Igual sucede con el deseo, la obsesión o el capricho. Hay quienes equiparan estas afecciones con el amor, o las hacen aparecer como inseparables del amor. La inseparabilidad es trivial para nuestro caso excepto en el caso de la razón que es a lo que pretendo llegar. El equiparar el amor con estas otras afecciones seria como decir que el amor es sólo pasión o sólo deseo, dejando de lado muchas más cosas. Por tanto, para poder hablar de amor se debe estar seguro de no estarlo confundiendo con ninguna otra cosa, y ésto no se puede lograr desde el amor mismo ya que no nos brinda ninguna herramienta para conseguirlo; es decir, no se puede usar el amor para demostrar que es amor, se necesita algo más que estar enamorado para verificar que dicho amor es amor y no otra cosa.
Así pues, la herramienta que se nos presenta para poder hacer tal distinción es la razón. Concedo que a punta de razón no vamos a estar completamente seguros de lo que sentimos y mucho menos estaremos seguros de no sufrir; sin embargo, la posibilidad de equivocación sí se puede reducir mucho usando la razón. Por un lado, si lo que sentimos no resulta ser en realidad amor es bastante posible que nos desilusionemos y terminemos sufriendo (por dar solo un ejemplo de lo que puede suceder en caso de que no sea amor); por otra parte, si por una coincidencia resulta que sí es amor pero la persona hacia la cual lo sentimos no es apropiada igual terminaremos sufriendo. Al hacer uso de la razón podemos salvar estos obstáculos sin necesidad de aprender a los golpes, o al menos sin tantos golpes.
¿Cómo nos ayuda la razón en los casos antes descritos? Al evaluar las causas por las cuales nos enamoramos de una persona, usando la razón y no el enamoramiento (es decir, hablando objetivamente y no haciendo eco de las cursilerías que se nos ocurren), podemos averiguar si es amor o es otra cosa. Pero si no sabemos en realidad qué es el amor ¿Cómo distinguimos por medio de la razón? No podemos, pero podemos acercarnos a lo que NO es amor y así descartar opciones que pueden resultar nocivas (Por ejemplo, si sentimos una atracción puramente sexual hacia una persona por su físico). Por otra parte, supongamos que sentimos amor por una persona pero sabemos que es bastante infiel. Por medio de la razón podemos descartar una relación con dicha persona sabiendo de antemano que sufriremos; si nos basáramos solo en el amor entablaríamos una relación (puesto que estamos enamorados) y, a menos que un suceso extraordinario hiciera cambiar los hábitos de esa persona, nos encaminaríamos a un sufrimiento seguro.
Por tanto, concedo que no nos podemos valer únicamente de la razón en la consecución de una relación amorosa puesto que el sentimiento es necesario, pero sí debemos hacerle caso únicamente a la razón y no pensar con el corazón ya que este órgano no se hizo con este fin. Si no le hacemos caso a la razón estamos jugando a una ruleta rusa de la cual podemos salir muy afectados.
Hace unos días me encontraba con unos amigos tomando en la casa de uno de ellos. Estábamos oyendo música y pusieron la canción "la conciencia" del señor Gilberto Santarosa. Con algo de alcohol en la cabeza y poniéndole cuidado a la letra por primera vez, dije que ese man era un idiota por no hacerle caso a la razón.
Aunque no me retracte de lo dicho, sí debo hacer una salvedad. Considero que la embarre al emitir dicho juicio por dos razones:
- Yo también me he encontrado en esa dicotomía amor/razón y en esos momentos no me ha parecido tan idiota el asunto.
- El señor no le hace caso es a la conciencia, no a la razón; aunque la conciencia lo insta a usar la razón.
Sin embargo, creo que he encontrado una argumentación válida para mostrar que se le debe hacer caso a la razón y no al amor. Pero primero que todo trataré de dar a entender los conceptos que serán usados.
Uso el término razón porque no sé en que sentido el señor Santarosa entiende el término conciencia, pero hace una distinción de ésta con la razón. Por tanto, conciencia y razón son cosas distintas para él. Me inclino por el uso de razón porque, aunque tampoco sé a ciencia cierta que es, puedo realizar un esbozo de lo que creo que es.
Entiendo razón como el uso de las facultades mentales del hombre para crear ideas , discernir acerca de las mismas y entender el mundo que lo rodea. Es decir, la razón es el medio por el cual el hombre entiende el mundo (o lo poco que pueda entender de éste) que lo rodea y, para nuestro caso particular, es el medio que tiene el hombre para debatir sus ideas, sentimientos, afecciones, etc. y así, escoger una que considere adecuada gracias a su razonamiento. Cabe aclarar que la razón es exclusiva del hombre (como especie, claro está. No soy machista) y, por tanto, lo distingue de los animales. Éstos últimos son pasionales y se dejan llevar por sus deseos.
En cuanto al amor es algo mas difícil puesto que no tengo la menor idea de lo que es; y me atrevería a decir que nadie sabe lo que esa cosa es. Sin embargo, lo consideraré como una afección que produce una persona en otra. Dicha afección tiene ciertas repercusiones en la persona que la recibe causando en ella sentimientos, sensaciones, comportamientos, etc. que le inducen cierto grado de atracción hacia la persona que causó tal afección. Parece una definición muy vaga, pero la concepción generalizada de la gente con respecto al amor es igual o incluso mucho mas vaga que la mía; así que me quedare con la mía.
Ahora, al ser el amor una afección, es suceptible de ser confundido con otras afecciones; por ejemplo, puede ser confundido con pasión, deseo, obsesión, capricho, o cualquier otra cosa que nos haga sentir interés en otra persona. En efecto, podemos admirar a una persona por sus capacidades físicas, mentales, artísticas, etc. apasionándonos por sus habilidades y llegando a sentir un cierto tipo de atracción que puede ser confundido con amor. Igual sucede con el deseo, la obsesión o el capricho. Hay quienes equiparan estas afecciones con el amor, o las hacen aparecer como inseparables del amor. La inseparabilidad es trivial para nuestro caso excepto en el caso de la razón que es a lo que pretendo llegar. El equiparar el amor con estas otras afecciones seria como decir que el amor es sólo pasión o sólo deseo, dejando de lado muchas más cosas. Por tanto, para poder hablar de amor se debe estar seguro de no estarlo confundiendo con ninguna otra cosa, y ésto no se puede lograr desde el amor mismo ya que no nos brinda ninguna herramienta para conseguirlo; es decir, no se puede usar el amor para demostrar que es amor, se necesita algo más que estar enamorado para verificar que dicho amor es amor y no otra cosa.
Así pues, la herramienta que se nos presenta para poder hacer tal distinción es la razón. Concedo que a punta de razón no vamos a estar completamente seguros de lo que sentimos y mucho menos estaremos seguros de no sufrir; sin embargo, la posibilidad de equivocación sí se puede reducir mucho usando la razón. Por un lado, si lo que sentimos no resulta ser en realidad amor es bastante posible que nos desilusionemos y terminemos sufriendo (por dar solo un ejemplo de lo que puede suceder en caso de que no sea amor); por otra parte, si por una coincidencia resulta que sí es amor pero la persona hacia la cual lo sentimos no es apropiada igual terminaremos sufriendo. Al hacer uso de la razón podemos salvar estos obstáculos sin necesidad de aprender a los golpes, o al menos sin tantos golpes.
¿Cómo nos ayuda la razón en los casos antes descritos? Al evaluar las causas por las cuales nos enamoramos de una persona, usando la razón y no el enamoramiento (es decir, hablando objetivamente y no haciendo eco de las cursilerías que se nos ocurren), podemos averiguar si es amor o es otra cosa. Pero si no sabemos en realidad qué es el amor ¿Cómo distinguimos por medio de la razón? No podemos, pero podemos acercarnos a lo que NO es amor y así descartar opciones que pueden resultar nocivas (Por ejemplo, si sentimos una atracción puramente sexual hacia una persona por su físico). Por otra parte, supongamos que sentimos amor por una persona pero sabemos que es bastante infiel. Por medio de la razón podemos descartar una relación con dicha persona sabiendo de antemano que sufriremos; si nos basáramos solo en el amor entablaríamos una relación (puesto que estamos enamorados) y, a menos que un suceso extraordinario hiciera cambiar los hábitos de esa persona, nos encaminaríamos a un sufrimiento seguro.
Por tanto, concedo que no nos podemos valer únicamente de la razón en la consecución de una relación amorosa puesto que el sentimiento es necesario, pero sí debemos hacerle caso únicamente a la razón y no pensar con el corazón ya que este órgano no se hizo con este fin. Si no le hacemos caso a la razón estamos jugando a una ruleta rusa de la cual podemos salir muy afectados.